SIQUEIROS – OBRA: EN NUEVA YORK, SU TALLER EXPERIMENTAL


En 1936 Siqueiros ya se encontraba en Nueva York empapándose del trabajo artístico de los pintores norteamericanos e intentaba revolucionar al arte aprovechando todos los recursos que esa ciudad ponía a su alcance. Para eso, Siqueiros, contaba con todos los materiales que le ofrecían las fábricas y las industrias de Nueva York.  Este artista consideraba que las técnicas pictóricas deberían avanzar acorde y de la mano del desarrollo industrial. Creía que la pintura y la escultura deberían aprovecharse de los avances que estaba teniendo la arquitectura, así como lo que le ofrecía al arte los avances tecnológicos de las industrias del mundo moderno. Siqueiros consideraba que todas las manifestaciones artísticas deberían responder a la nueva mentalidad que predominaba en el ser humano contemporáneo, porque ésta era nueva, diferente, a las que tenía la gente del pasado. La nueva mentalidad del ser humano contemporáneo era producto de su experiencia con el mundo industrializado, y de los avances tecnológicos que transformaron su realidad, y que estaban en pleno y abrumador apogeo.

SIQUEIROS – OBRA: EN NUEVA YORK, SU TALLER EXPERIMENTAL

SIQUEIROS – OBRA: EN NUEVA YORK, SU TALLER EXPERIMENTAL

SIQUEIROS – OBRA: EN NUEVA YORK, SU TALLER EXPERIMENTAL

Para hacer realidad o concretar su teoría, Siqueiros, creó un taller experimental. En dicho taller comenzó a trabajar experimentando la improvisación. Un concepto con el que ya había trabajado, algunos años atrás, Duchamp. Todo “el accidente pictórico” nos recuerda al ready-made de Duchamp, donde el azar tiene un rol preponderante. Pero, el concepto de Siqueiros consistía en una improvisación con la pintura y las diferentes texturas que tiene la arena. Trabajo que consistía en experimentar con las formas que adquirían las salpicadura o el goteo de pintura sobre el lienzo. Siqueiros llegó a provocar verdaderos chorreones, de ese material, sobre sus telas. Su técnica fue, muy pronto, imitada por sus colegas americanos quienes la adoptaron como método y lo patentaron como emblema del trabajo americano. El “accidente pictórico” terminó siendo la marca registrada del expresionismo abstracto de los artistas de ese país.

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